Cuando niño, siempre quise uno de esos juegos de cuarto divertidos que salían en las revistas. A los cinco años, mi mama me dio la oportunidad de escoger uno. Cuando llegamos a la tienda, me enamoré de uno que tenían en exhibición (similar a algunos que había visto en la revistas, y no el que ella quería comprarme).
Tenía tantas piezas que no había manera de que cupiera en mi habitación. Así que terminamos comprando solo la cama y una pieza de estante y escritorio modular (esto fue a finales de los años 80, antes de que los muebles modulares se pusieran de moda). Aunque quedé contento con el juego de cuarto, definitivamente, no era tan divertido sin el resto de las piezas que no se compraron.
Buscando ideas para la habitación de nuestro niño me vinieron muchos recuerdos a la mente. ¡Sabía que tenía que construirle algo divertido! Así que después de considerar diferentes alternativas (y luego de terminar la mesa de juego y la cómoda), decidimos hacerle una litera divertida, similar a esta.